martes, 15 de mayo de 2007

El Praetorium

Cuando pagamos la entrada al museo anterior, vimos que había una especie de “combo”: pagábamos 50 centavos más, y podíamos entrar también al Praetorium, una especie de museo subterráneo que da cuenta de las antiguas construcciones que existieron en el año de la pera, así como los canales de agua y alcantarillado.

En el subsuelo de la Rathaus se descubrieron, en 1953, las ruinas de una casa romana, presumiblemente la del gobernador de la ciudad entre los siglos I y IV. Esta foto es una foto de la foto, y da cuenta de cómo se veía la excavación de las bases de la casa romana.

























Así es como se ven ahora las paredes de tierra. El museo se ha preocupado de iluminar muy bien los rincones para que se vean las rocas, la disposición de los espacios, etcétera. En algunas partes es posible tocar la tierra; fue así como con Nicole nos fuimos diciendo: tengo tierra de dos milenos en las manos, tierra romana, TIERRA CON HISTORIA, jajaja… en todo caso, es sorprendente pensar que en esas paredes se encierra tanta historia, tantos siglos… ¿cuántas personas vivieron en esas paredes? ¿Cuántas historias, cuántos nacimientos, cuántos amores? ¿Cuántas muertes? Insisto, soy una afortunada, jamás creí llegar a conocer tal cantidad de cosas.



















Acá estamos Nicole y yo, al costado de una de las paredes. Las chilenas afortunadas.



















Otra cosa que es posible ver (y para eso hay que bajar varios metros) son los pasadizos donde pasaban los canales del agua y el alcantarillado. Se conservan muy bien, pese a la cantidad de años. Eran buenos ingenieros estos romanos. Acá estoy yo y de fondo, varios metros de túnel. Están bastante iluminados, pero aún así se siente algo raro al caminar por ahí, sentir el olor a tierra mojada e imaginar cómo caminaban los romanos por esos mismos pasadizos, con sus antorchas, miles de años atrás.



















Me despido. Le agradezco a Colonia todo lo que aprendí, todo lo que conocí, y espero que ustedes hayan disfrutado con este pedacito de Colonia que estoy reflejando acá. Insisto, sobre todo a los alumnos de mi papá, aprovechen las clases, aprendan, uno nunca sabe cuándo pondrá en práctica los conocimientos adquiridos. Especiales saludos a Gloria Cortés y Marcos Baroni, del Colegio Sagrado Corazón de San Carlos; me imagino que como profes de Historia que son, estarían alucinando con todo esto. Como le dije a la Nicole: después del viaje a Colonia, soy un poco menos inculta, y un poco más pobre, jajaja… (gasté varios euros, pero lo comido y lo bailado no me lo quita nadie…)
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