martes, 17 de julio de 2007

Toros y toreros: sangrienta adicción

La Plaza de Toros es como nuestras medialunas chilenas, con la diferencia de que acá los animales mueren. Cada vez que vi este espectáculo en la tele, siempre dije: “españoles bárbaros, como es posible que la gente pague por ver esas masacres”. Ahora que lo vi en vivo y en directo, no lo justifico, pero lo entiendo. Las corridas son violentas, son morbosas, pero son adictivas. Después del segundo toro, me sorprendí a mí misma gritando: ya puehhh, mátalo, mátalo! Era como si no pudiera contenerme, por favor denme más… La entrada para ver las corridas vale 25 euros (poco menos de 20 lucas) y la plaza se llena. Cada tarde se corren seis toros, grandes, peligrosos, amenazadores, cada uno entre 500 y 700 kilos. Todos los días, el diario publica una foto de cada uno y una especie de “biografía”, de manera que los asistentes ya saben cómo se llaman, cuánto pesan, etc.

Se presentan tres toreros en total (no al mismo tiempo, obvio), y cada uno mata dos toros. La tónica es la siguiente: el toro entra a la arena corriendo desaforado, donde es recibido por el “staff” del torero, que son toreros menores que se encargan de marear al animal antes de que el torero estrella lo enfrente. Lo que me llamó la atención fue un personaje llamado “picador” que entra al ruedo a caballo y su misión es pegarle dos piquetes en la espalda al toro a fin de dañarlo antes de que el torero lo enfrente. Asimismo, los “ayudantes” del torero le entierran seis banderillas en la espalda (que son esa especie de palitroques con un fierro en la punta y que quedan colgando del toro), y recién ahí, el torero se enfrenta con su enemigo. En honor a la verdad, hay que reconocer que cuando el torero entra en acción, el toro ya está bastante aporreado, seguramente para asegurarse de que en cada corrida sean los animales los que mueren, y no los toreros.

Se supone que después de que el tipo ha hecho todo el show con el capote (nombre que recibe el mantel rojo con el que torea), el torero saca una espada y se la entierra al toro justo entre los omóplatos. Si el torero es bueno, la espada debería atravesar el corazón del animal y éste moriría al instante. Esto casi nunca pasa; generalmente la espada atraviesa los pulmones y el toro queda corcoveando con la lengua afuera. Aquí viene la segunda estocada, esta vez con un cuchillo que tiene la punta en forma de cruz. Se supone que con este cuchillo, el torero toca al toro en un punto determinado (un hueso, o algo así) y cuando lo hace, el toro debería caer muerto instantáneamente. Esto tampoco pasa muy seguido. La verdad es que de los tres toreros que vimos, sólo uno hizo esta gracia (y sólo una vez) y los demás necesitaron del descabellador para matar a su toro, un sujeto que entra con un cuchillo pequeño y le da el cuchillazo final al animal para mandarlo a mejor vida.

El premio del torero tampoco es muy elegante… si la gente ovaciona al matador porque hizo una buena faena, el tipo se lleva una oreja del cadáver (que se la cortan ahí mismo). Si en realidad fue muy bueno, se lleva dos, y si fue la raja, la cagá, onda que fe con cuática su presentación, también se lleva el rabo. De los que vimos, sólo dos se llevaron una oreja, nada más. No era muy bueno el nivel (saaaa, ella poh, la comentarista…).

Aquí una imagen mía al interior de la plaza de toros. Nótese lo lindas que se ven las graderías con toda la gente vestida igual.



















El toro enfrentado al “staff” del torero. Estos tipos lo torean con un capote fucsia, porque el rojo es del matador. Nótese el sujeto detrás arriba del caballo, ése es el “picador”. El pobre caballo siempre toca la peor parte, porque para que el picador hiera al toro, éste tiene que atacar al caballo. Sin embargo, se supone que esa armadura que le ponen no permite que los cuernos lo toquen. Aún así, hubo un día en que un toro botó al caballo con jinete y todo, así que no me digan que al pobre caballito no le pasa nada… Lo que sí es interesante: el caballo está con los ojos vendados, para que no cache el animalote que se le viene encima…


















AHORA ES EL MOMENTO. Detalle del instante justo en que el torero saca la espada para enterrársela al toro, que ya está muy cansado y con las banderillas colgando.



















Y MURIÓOOO… La partida del torito tras recibir las estocadas mortales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buenas las fotos MAgdalena.
Dan ganas de corear el "ooooooooleeeeeeeeeeee!!!!!"
(Yo vengo de una tierra con muchas tradiciones y herencias de España - fuimos su colonia).
Van a llegar "cansaditas" después de tanto patiperrear y trasnochar.
Pero....la vida es una sola.
que bueno que la estan gozando.
Un abrazo,
Fanny