miércoles, 27 de junio de 2007

Día uno: góndolas de verdad

Venecia se hunde un centímetro por año y la cosa no es invento de la Visa/Master Card (“porque la vida es ahora”). La isla realmente está encajada en el mar, a pesar de que existen calles en su interior. No sé si mi comprensión de la arquitectura veneciana es muy limitada, pero la cosa es que no puedo entender cómo es que construyeron todo eso encima del agua. Antes yo pensaba que de alguna manera, habían colado canales entre medio de las casas para hacerlo, no sé, más bonito, pero la verdad es que el agua que corre por esos canales es salada, PORQUE ES MAR, y todos los transportes públicos son barcos. Por ejemplo, antes de viajar yo bajé un mapa del “metro” de Venecia, que en realidad son barquitos que paran en cada estación transportando gente. Los taxis son botes, los autos son lanchas; acá ni por si acaso se ve una bicicleta o algún vehículo con ruedas. Todo es por mar. Para llegar de un punto a otro hay que cruzar los puentes y todas las mañanas, uno mira por la ventana y lo primero que ve es al vecino mirándolo con cara de pescado, jaja…

Como sea, es una isla preciosa. El primer día recorrimos todo lo comercial, nos colamos por calles angostas llenas de tiendas famosas, Channel, Gucci, Prada, la perdición de cualquier mujer con plata (que no era nuestro caso, afortunadamente), cenamos una pizza frente al mar y comimos helados como enfermas (lo único barato en la isla). La verdad es que me acuerdo y me emociono, veo las fotos y temo no ser capaz de reflejar acá la hermosura de Venecia…



















Góndolas venecianas: un ojo de la cara, pero vale la pena. El paseo más bonito que he tenido en media hora. De fondo, el gondolero.



















Nicole en una calle típica de la isla.

























Esta es mi calle… perdón lo egocéntrica, pero necesitaba evidencia audiovisual de mi nombre en italiano, mama mía!

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