Antes de comentar cualquier tema o historia sabrosa en mi estadía en Kassel, debo agradecer los estimulantes comentarios que he recibido por mi blog. Es cierto, aquí no se nota, porque me postean poco, pero mi correo está lleno de mails que me incitan a seguir escribiendo y contando las cosas que me pasan acá. Debo decirles, queridos amigos, que es un esfuerzo por mostrarles Alemania a través de mis ojos, tal como la veo yo, por lo que todo es relativo, pasa por el filtro de mi propia experiencia y eso hace que tal vez me salte un montón de cosas importantes y termine contando detalles mínimos.
Digo esto a propósito de esta frase: "Puras quejas, puras quejas... quejona, quejona... da la impresión que estás hastiada de Europa... y eso que no completas una semana siquiera, jaja..." Este simpático párrafo me lo escribió mi amigo y colega Iván Rojas, uno de mis mejores amigos, realmente. Y me quedó dando vueltas la idea de que tal vez estoy dando una impresión errada de cómo lo estoy pasando, porque hasta ahora he contado puras tragedias, anécdotas ocurridas gracias a imprevistos, y nada bueno de lo que he visto acá. Querido Iván, no estoy “hastiada de Europa”, ¡estoy feliz! lo que pasa es que todos los días veo y aprendo cosas nuevas, y si escribiera a diario, no tendrían tiempo de leer todo lo que publico aquí.
Estos días se han resuelto todos (o casi todos) los problemillas por los que alegué en el texto anterior. De partida, ya no estoy pagando los tres Euros que cuesta el pasaje a nuestra casa, porque por fin recibimos nuestra tarjeta de estudiante y ahora nos subimos a la locomoción gratis. Es algo así como el sueño de los pingüinos chilenos; acá los estudiantes no pagan, basta con mostrarle al chofer la credencial y recorrer las calles de Kassel en la comodidad del transporte local.
Aquí he de detenerme un poco. Hasta ahora, lo que más me ha sorprendido es la organización del transporte público, probablemente por mi experiencia propia en nuestro vilipendiado TranSantiago. Tengo la impresión de que el sistema es casi igual que allá (en Chile), salvo aquí funciona. Hay dos tipos de locomoción: el bus y el tram. Los buses son muy parecidos a los de Santiago, con esa especie de oruga al medio pero con asientos más cómodos, forrados en felpa y más espaciosos. El tram es un trencito tipo tranvía, que circula por los rieles de las principales avenidas de Kassel. Eso sí, es más lento que los buses, pero es más bonito y más grande. Ambos tipos de transporte tienen los paraderos ya establecidos (estaciones), es decir, ni pensar en parar el bus a mitad de calle como lo hacemos en Conce. En cada paradero existe un letrero de vidrio con un mapa gigante de Kassel, indicando todas las calles y estaciones de la ciudad, y el número del bus o tram que llega allí. Sumado a eso, existe un letrero con el horario en el cual pasa el bus o tram, y la puntualidad alemana es sorprendente. Si el letrero dice que el tram número 3 pasa a las 11:13 de la mañana por ese paradero (todos los paraderos tienen nombre), el tram pasa exactamente a las 11:13, no a las 11:12 ni a las 11:14. Es así como ya anotamos los horarios del bus que nos lleva a casa, por lo que nos dirigimos a la parada unos minutos antes de que éste pase, con la seguridad de que llegará justo a la hora indicada. Y esa información aparece en todos (¡todos!) los paraderos de Kassel, y en la noche se encienden unas luces en el vidrio para que los pasajeros puedan ver el mapa o los horarios. Por lo demás, los buses nunca se llenan, casi no hay interacción con el chofer porque la gente compra sus pasajes abajo del bus (en esa especie de cajero automático que mencioné al principio y que también se encuentra al interior del tram), por lo que los “micreros” no le ponen mala cara a nadie. Estoy embobada.
Así es que ya no importa que vivamos lejos; nos subimos al tram, nos cambiamos al bus, caminamos por las calles de Kassel disfrutando del sol primaveral y a todo el mundo le decimos “Hallo”. El aislamiento debido a la falta de internet en nuestra casa también está siendo superado; gracias a la mentada tarjeta estudiantil, hemos podido conectar nuestros notebooks a la red Wi-Fi de la Universidad, por lo que nos vamos a la Uni con laptop en mano y allá navegamos hasta que se agota la batería. También tenemos acceso a los laboratorios de la facultad, por lo que ya podemos dejar de quejarnos. Y además (aún hay más) hicimos amistad con el vecino del departamento del lado, un estudiante de la Uni-Kassel llamado Mohammed, oriundo de Jordania. Él tiene Internet en la casa y prometió tirarnos un cable por la ventana, así que en unos días más podríamos tener web en nuestras habitaciones… aunque eso está por verse. Mohammed también solucionó mi problema de hipotermia nocturna; cuando le conté que la falta de sábanas y tapas en mi cama me tenía con un catarro patagónico, se apiadó de mí y me prestó un plumón. Mish…
Aún no he tenido clases porque estuvimos en la semana de orientación, pero ese es tema de un nuevo post. Una pildorita: se supone que Nicole y yo vamos a aparecer en la Revista NOS que salio a la venta ayer (domingo 15). Sera cierto? tal vez puedan vitrinear en los kioscos y ver si aparecemos aunque sea en un recuadro al final de la pagina, en la entrevista realizada al profesor Jorge Rojas. Me avisan porfa. Nos vemos!
Digo esto a propósito de esta frase: "Puras quejas, puras quejas... quejona, quejona... da la impresión que estás hastiada de Europa... y eso que no completas una semana siquiera, jaja..." Este simpático párrafo me lo escribió mi amigo y colega Iván Rojas, uno de mis mejores amigos, realmente. Y me quedó dando vueltas la idea de que tal vez estoy dando una impresión errada de cómo lo estoy pasando, porque hasta ahora he contado puras tragedias, anécdotas ocurridas gracias a imprevistos, y nada bueno de lo que he visto acá. Querido Iván, no estoy “hastiada de Europa”, ¡estoy feliz! lo que pasa es que todos los días veo y aprendo cosas nuevas, y si escribiera a diario, no tendrían tiempo de leer todo lo que publico aquí.
Estos días se han resuelto todos (o casi todos) los problemillas por los que alegué en el texto anterior. De partida, ya no estoy pagando los tres Euros que cuesta el pasaje a nuestra casa, porque por fin recibimos nuestra tarjeta de estudiante y ahora nos subimos a la locomoción gratis. Es algo así como el sueño de los pingüinos chilenos; acá los estudiantes no pagan, basta con mostrarle al chofer la credencial y recorrer las calles de Kassel en la comodidad del transporte local.
Aquí he de detenerme un poco. Hasta ahora, lo que más me ha sorprendido es la organización del transporte público, probablemente por mi experiencia propia en nuestro vilipendiado TranSantiago. Tengo la impresión de que el sistema es casi igual que allá (en Chile), salvo aquí funciona. Hay dos tipos de locomoción: el bus y el tram. Los buses son muy parecidos a los de Santiago, con esa especie de oruga al medio pero con asientos más cómodos, forrados en felpa y más espaciosos. El tram es un trencito tipo tranvía, que circula por los rieles de las principales avenidas de Kassel. Eso sí, es más lento que los buses, pero es más bonito y más grande. Ambos tipos de transporte tienen los paraderos ya establecidos (estaciones), es decir, ni pensar en parar el bus a mitad de calle como lo hacemos en Conce. En cada paradero existe un letrero de vidrio con un mapa gigante de Kassel, indicando todas las calles y estaciones de la ciudad, y el número del bus o tram que llega allí. Sumado a eso, existe un letrero con el horario en el cual pasa el bus o tram, y la puntualidad alemana es sorprendente. Si el letrero dice que el tram número 3 pasa a las 11:13 de la mañana por ese paradero (todos los paraderos tienen nombre), el tram pasa exactamente a las 11:13, no a las 11:12 ni a las 11:14. Es así como ya anotamos los horarios del bus que nos lleva a casa, por lo que nos dirigimos a la parada unos minutos antes de que éste pase, con la seguridad de que llegará justo a la hora indicada. Y esa información aparece en todos (¡todos!) los paraderos de Kassel, y en la noche se encienden unas luces en el vidrio para que los pasajeros puedan ver el mapa o los horarios. Por lo demás, los buses nunca se llenan, casi no hay interacción con el chofer porque la gente compra sus pasajes abajo del bus (en esa especie de cajero automático que mencioné al principio y que también se encuentra al interior del tram), por lo que los “micreros” no le ponen mala cara a nadie. Estoy embobada.
Así es que ya no importa que vivamos lejos; nos subimos al tram, nos cambiamos al bus, caminamos por las calles de Kassel disfrutando del sol primaveral y a todo el mundo le decimos “Hallo”. El aislamiento debido a la falta de internet en nuestra casa también está siendo superado; gracias a la mentada tarjeta estudiantil, hemos podido conectar nuestros notebooks a la red Wi-Fi de la Universidad, por lo que nos vamos a la Uni con laptop en mano y allá navegamos hasta que se agota la batería. También tenemos acceso a los laboratorios de la facultad, por lo que ya podemos dejar de quejarnos. Y además (aún hay más) hicimos amistad con el vecino del departamento del lado, un estudiante de la Uni-Kassel llamado Mohammed, oriundo de Jordania. Él tiene Internet en la casa y prometió tirarnos un cable por la ventana, así que en unos días más podríamos tener web en nuestras habitaciones… aunque eso está por verse. Mohammed también solucionó mi problema de hipotermia nocturna; cuando le conté que la falta de sábanas y tapas en mi cama me tenía con un catarro patagónico, se apiadó de mí y me prestó un plumón. Mish…
Aún no he tenido clases porque estuvimos en la semana de orientación, pero ese es tema de un nuevo post. Una pildorita: se supone que Nicole y yo vamos a aparecer en la Revista NOS que salio a la venta ayer (domingo 15). Sera cierto? tal vez puedan vitrinear en los kioscos y ver si aparecemos aunque sea en un recuadro al final de la pagina, en la entrevista realizada al profesor Jorge Rojas. Me avisan porfa. Nos vemos!
10 comentarios:
Magdyta,
Que rico que estes bien y disfrutando de las virtudes de Kassel. por acá el transantiago sigue igual de malo, acabo de hacer cola media hora para subirme a una micro. Muakkkkkkkkkkk te amo
Pensé que lo de los pingüinos del título era por los que habitan en tu cama... por el frío... y resultó que era por lo del pasaje.... 'ta maire, jeje.
Veo que las cosas empiezan a funcionar, y me alegro mucho. Espero que Mohammad siga siendo tan buena onda... asegúrense de que no las sorprendan con ese cable transfugo pa la web.
Besos y mucho ánimo... Iván
P.D.: Tengo dirección blog, pero no he subido nada... tal vez me anime y comience a publicar cosillas luego.
Magdalena:
Muy interesante tu artículo titulado "El sueño de los pingüinos chilenos acá es una realidad". Felicitaciones y sigue contando tus anecdotas. Aprovecha de conocer ese mundo nuevo que es Alemania. Sigue esforzándote, pues la recompensa viene.
Magdalena;
Todos tus artículos son realmente motivadores para quienes vivimos en un país en desarrollo. Ojalá tengas el máximo de tiempo para que nos escribas y así nosotros podamos tener otra visión de ese viejo mundo, tan apasionante en su historia, y nosotros desde acá disfrutaremos con lo que tu nos comentes.
Un abrazo a la distancia y FELICITACIONES.
Reinita
Feliz que algunas de tus necesidades básicas como es el abrigo ya se esten solucionando. Muchos besos y que entretenido es leerte.
Marlene
Hola a todos: gracias a todos los que me escriben (mi novio, mis papas y mis amigos) es muy grato saber que la gente lee mis articulos. Seguire subiendo mas informacion, para que se deleiten.
Muchos saludos a todos desde Kassel, Magda.
hola magda:
Para nada pareces sra kejona, al contrario me haces reir mucho con tus historias. Cubrete los pies y saludos a la NIcole.
fabiola monsalve
Pucha que me alegro que las cosas estén mejoerando por allá, sino va a ser un muy mal pasar el que tengas por Europa...recuerda, inculturizate y no lleves tus costumbres allá para aplicarlas como si estuvieras en Chile..te lo digo porque a mí me paso en Venezuela...ah, y otro consejo, no compares más, cada país y cultura es como es, con sus virtudes y defectos y espero te de el tiempo para que lo proceses y lo aprendas.
Bueno, eso, de seguro ya estas más adaptada y eso se nota...ahhh, cuidado con el jordano, primero la almohada, después quizás qué cosa...jajajaj.
Ya besotes princesa, cuidese.
Estimada Magda,
En esta ocación no comparto la idea de no comparar, como lo propone Daniel. Creo que los mas enriquecedor, para nosotros los lectores de tu blog, ha sido tu visión comparativa Kassel y su cultura con respecto a lo nuestro. Nos permite dimensionar y valorar el entorno que tenemos y conocemos.
Una vez mas Gracias Magda por todos tus post.
Manuel Narváez
chaaaaaaaa, se armó la polémica: daniel v/s manuel, jajaja...
estoy leseando.
La verdad es que no se puede vivir sin comparar, comparamos todos los días: en el supermercado, en el trabajo, comparamos nuestra ropa, nuestros bienes, etc. En este sentido, es válido comparar Alemania Chile, sin temor a salir ganando o perdiendo, porque no somos mejores ni peores; somos simplemente distintos.
Besos.
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