Sí, ya estoy en Kassel. Pero reconozco que me costó llegar, porque viajar con pasaje de Premio en LAN es casi tan incierto como sacarse el Kino dos veces seguidas. O sea, se puede, pero pucha que es difícil…
Como ya todos saben, mi pasaje a Alemania tenía fecha el martes 3 de abril; sin embargo, si el avión se repletaba, yo no podía viajar porque se le da prioridad a los pasajeros que pagan por su tiket. Es comprensible, pero de todas maneras el premio podría darle a uno un asiento seguro y no jugar con la esperanza de las personas, aunque también es cierto que a caballo regalado no se le mira el diente. La cosa es que en el aeropuerto de Santiago, cuando faltaban 45 minutos para que el avión despegara, el encargado de LAN gritó "Saldana" y me entregó la tarjeta de embarque, pero sólo hasta a Madrid. Así que aperrando no más, me fui con la idea de que es más fácil llegar a Alemania estando en España que estando en Chile. Por lo demás, Nicole (la otra becada) viajaba en Iberia al día siguiente, y si llegaba antes que yo, me estaría esperando en Kassel con las empanadas listas.
Cuando llegamos a Barajas, el aeropuerto de Madrid, recogí mi maleta y me encontré con un chileno que estaba en la misma situación mía, un veterinario llamado Álvaro Reid que también viajaba sujeto a espacio. Pero él viajaba más galleteado que yo, porque es hijo de un piloto de LAN y venía apitutado con la tripulación. Sin embargo, en Madrid la tripulación cambió y el capitán que llevaba el vuelo a Frankfurt no lo conocía y, aunque sus maletas siguieron rumbo a Alemania, el doctor Reid se quedó varado en España sin pasaje ni equipaje… Como la desgracia une, hicimos causa común y fuimos a LAN a pedir cupo para el otro día, pero Oztia! Que tenéiz que volver mañana y ahí te damoz un billete si ez que no va completo el avión, joder!
Fue así como me contacté con una tía que tengo en Madrid, Alexandra Domínguez, quien me recibió gustosa en su casa y esa noche me sacó a pasear por las bellas calles de la ciudad. Para mí este "break" estuvo la raja, porque conocí Madrid y descansé del vuelo (12 horas en el avión, te encargo el dolor de traste), pero a mi compatriota no le fue tan bien, porque aunque pensaba quedarse donde unos parientes lejanos (que ignoraban por completo su paso por España), nunca los ubicó y al final se quedó en Barajas. Al otro día me lo encontré durmiendo al lado de unos nigerianos, cansado y cada vez con menos plata, porque en el aeropuerto todo es carísimo, una Fanta de medio litro vale dos euros (unos 1.400 pesos chilenos), y ni qué decir de internet, acá el wi-fi lo cobran a tres lucas la media hora, agárrate cabrito oh…
A las dos de la tarde nos avisaron que Álvaro y yo teníamos pasaje y que por fin nos íbamos a Frankfurt, pero ¡horror! A la porquería de avión se le echó a perder no se qué y como a las ocho de la noche nos avisaron que el vuelo se cancelaba y que todo ese rato nos habían tratado de poner en vuelos de otras líneas, sin éxito… ¿Qué onda? La cosa ya me parecía mal de ojo, tuvimos que ir a sacar las maletas (de nuevo) y después ir a la oficina de LAN a ver si al otro día, por tercera vez, nos podíamos embarcar en alguna cosa que volara. Los españoles tenían la cagá, son choros estos tipos, no se dejan pasar a llevar, alegaban hasta por los codos. A un español joven que estaba grabando las peleas, un guardia le prohibió captar imágenes y le preguntó que porqué desobedecía las leyes del aeropuerto: "porque me naze de losh huevoz", le contestó, jajaja… Al final nos pusieron a todos en un hotel 5 estrellas y nadie alegó más. Malita la pomadita, me quedé en una cama king size para mí sola, desayuno buffet y al otro día transfer al aeropuerto… no me puedo quejar. Pero a esas alturas, ya me conocía Barajas como la Biblioteca Central de la U de Conce, onda mi segunda casa, y casi casi me dio pena irme… al final nos fuimos a Frankfurt el viernes 6 y ahí terminó la película de "Perdidos en Madrid".
Una vez en Alemania, Álvaro se fue con su familia y yo me quedé sola con mi inglés y mi casi nada de alemán, y me fui a buscar la estación de trenes. Allá en Chile, a esa mezcla de inglés con chilensis que solemos hablar le llamamos "spánglish", acá en Alemania he creado una especie de "alemánglish", trato de hablar en alemán y relleno los huecos con palabras en inglés… es impresionante, pero acá hasta el auxiliar habla inglés, todos me entendían así que al final fui capaz de comprar mi pasaje en tren a Kassel (35 lucas) y hacer los transbordos correspondientes, a mierr!
En Kassel, evidentemente nadie me esperaba (después de dos días esperándome, ya estaba chatos yo cacho) así que me animé y en vez de tomar un taxi como me indicaron, pregunté por el bus que me servía y me subí a una especie de TranSantiago evolucionado. Lo que pasó después no lo tengo muy claro, porque todos me hablaban en alemán y lo único que entendía eran los números y las calles (todas terminan en strase), pero tengo que decir que la gente alemana se portó excelente conmigo y que todo eso que dicen de los alemanes fríos es mentira; una señora se dio la lata de comprarme el pasaje del bus en una especie de cajero automático y me hablaba y me hablaba, y lo único que caché fue que tenía tres hijos y que me tenía que bajar en 12 paraderos más. Llegué a mi destino a las 10 y media de la noche, viernes santo, ni un alma a quien preguntarle por la dirección que buscaba y con una maleta de 20 kilos. Pero como Dios es grande, me di una vuelta a la manzana y encontré la calle, y poco después la casa, y cuando toqué el timbre, una emocionada Nicole salió a abrirme la puerta gritando ¡¡Gueona llegasteeee!!...
Continuará…