Rebobinando la historia, he de decir que LAN Chile esta vez no me abandonó. Lo que sí tengo que contar, es que pese a que a principios de agosto mandé desde Alemania una maleta llena de libros y souvenirs que adquirí en mis viajes, igual me fui al aeropuerto con sobrepeso (me refiero a las maletas; el propio no lo pude evitar). Cuando salí de Chile la regla era una maleta de 20 kilos facturada y otra de 8 kilos como equipaje de mano. Sin embargo, una vez en el aeropuerto descubrí varias cosas que no cachaba producto de mi nula experiencia en esto de andar en avión. Por ejemplo, si la maleta de 20 kilos pesa 22 o 23, igual te la perdonan. La maleta de mano jamás la pesan y el notebook puede ir en su propio bolso, aparte de la maleta de mano. Weás que yo no sabía poh, antes de viajar a Santiago mi tata y yo, con romana en mano, pesamos ambas maletas para no pasarme ni un gramo. Pobre e inocente Magdalena…
Cuando salí de Kassel rumbo al aeropuerto de Frankfurt, llevaba la maleta grande con 27 kilos, la de mano con 18, el notebook en su propio bolso con una cagazón de weás más adentro (aparte del notebook) y mi cartera, que pesaba por lo menos otros 5 kilos. Cuando fui al Check-in de LAN la tipa me dijo que la maleta facturada podía ser hasta de 30 kilos, así que dije: uff, me salvé. Sin embargo, la rucia tenía un sexto sentido: me miró la maleta de mano y me pidió pesarla. Cagué, me dije, y claro, pesó 18 kilos y a la mina casi le da un patatús, me dijo que sólo se admitían 8, con cuéa 10, y que aunque cambiara kilos a la grande, igual iba a quedar sobrepasada (o sobrepesada). Me fui a un rincón a sacarle kilos a las maletas, pero en realidad no boté nada, sólo hice unos cambios de lugar y tuve la suerte de que cuando volví, me atendió ya no la rubia exigente, sino un tipo más relajado que no me pesó la maleta chica y me perdonó los 31 kilos y medio de la grande. Cueazo. Pero me dio pasaje sólo hasta Madrid, con la noticia de que en Barajas debía esperar a que hubiesen asientos libres hasta Santiago de Chile. “Este cuento ya me lo contaron…” me dije, y como un dejavú regresaron a mi mente la rocanet y los días de abril botada en el aeropuerto de Barajas… Pero tuve suerte, una vez en Madrid me entregaron la segunda tarjeta de embarque y seguí rumbo hasta Chilito. En el Arturo Merino Benítez me esperaba Pedro con flores y chocolates, y con su dulce voz de siempre me dijo: “Bienvenida”…
Sí, llegué a Chile. Les dejo fotos de mi partida de Kassel y mi llegada a San Carlos. Un abrazo para todos los que me postearon en mi estadía en Alemania, y una invitación para que me sigan leyendo. ¡PROST!
Aeropuerto de Frankfurt, Alemania.
A mi llegada en San Carlos… aquí estoy justo en la garita que está frente a
El recibimiento de mi tata en mi casa materna… se me emocionó el viejito, hasta un par de lagrimones derramó por ahí… Los encontré bien, a los dos, sanitos y hasta más gordos, contentísimos de verme.
Aquí con mi papá y
Y por último, mi incondicional Pedro, mi novio, destapando una champaña en su casa luego de recogerme en el aeropuerto de Santiago. Moreno, quiero agradecerte todo lo que has hecho por mí, no sólo en estos últimos cinco meses, sino desde que te conozco. Creo que tengo mucha suerte bebé, de tener a mi lado un hombre tan íntegro como tú. También quiero anunciar públicamente que mi negro, Pedro León Manríquez, se tituló de flamante Ingeniero Civil Industrial y Magíster en Ciencias de
Y lo último: ¡llegaron las alemanas! El jueves Lisa y Johanna arribaron al aeropuerto Carriel Sur de Concepción, y con